En esta escena de la tumba de Nefertari, en el Valle de las Reinas, la diosa Isis, que luce la corona atribuida normalmente a la diosa Hathor, lleva a la reina de la mano.
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Izquierda: Jeroglíficos y cartucho de Ramsés II en el templo de Luxor. Los relieves del imperio pilono, construido por Ramsés, narran su gran victoria sobre los hititas en Oriente Próximo, en el territorio actual de Siria y Palestina. La concepción egipcia de la realeza exigía que los reyes fueran representados derrotando al enemigo; de hecho, la batalla de Kadesh terminó en tablas y Ramsés se casó con dos princesas hititas para consolidar la paz entre los dos pueblos enfrentados.
Derecha: El extraordinario rostro del ataúd interior de Tutankamón, labrado en oro macizo de 2,5-3 centímetros de grosor y con un total de 110 kilogramos de peso. El faraón aparece representado con la apariencia de Osiris, con el cayado, el flagelo y la barba postiza.
Tumba de la XIX Dinastía en Deir el-Medina en la que aparece Pashedu, uno de los trabajadores del Valle de los Reyes, bebiendo de un estanque a la sombra de una palmera datilera. |
Izquierda: Diosa Neith.Fue venerada como diosa de la guerra. También desempeñaba el papel de diosa de los muertos.
Derecha: Diosa Sejmet. Encarnaba el poder del rey en la lucha contra sus enemigos, pero también el poder del dios del Sol, cuya voluntad cumplía como hija.
Izquierda: Obelisco de Karnak dedicado a Tutmosis I, faraón de la XVII Dinastía. Aunque su reinado fue relativamente breve, alrededor de doce años, Tutmosis I desarrolló una política exterior agresiva, que llevó el ámbito de influencia de Egipto más lejos que nunca. En las paredes de los templos se grabaron relatos de grandes victorias militares. El rey era al mismo tiempo el sumo sacerdote y jefe supremo del ejército, y vencer a los enemigos de Egipto se consideraba vital para mantener el orden o maat. Las batallas se llevaban a cabo en nombre de los diosesm quienes concedían las victorias, y como contrapartida se les dedicaban los triunfos militares.
Derecha: La cámara funeraria de Amenhotep II contiene las primeras imágenes de cuerpo entero de todas las tumbas reales del Valle de los Reyes. Aquí, el faraón fallecido (derecha) se encuentra ante Osiris, el señor de los muertos, quien le devuelve de nuevo la vida, tal como sugiere el jeroglífico anj (<<vida>>) junto al rostro del faraón. De acuerdo con la tradición, Osiris aparece representado como una momia real, con la corona blanca del Alto Egipto y los atributos reales del cayado, el flagelo y el vas, un cetro largo simbólico del poder real.
Máscara funeraria de oro de Tutankhamón. Tiene incrustaciones de cristal y gemas, y muestra al joven faraón con la apariencia de Osiris, con el que se identificaban todos los faraones al morir. |
Izquierda: Detalle del carro de Tutankhamón. Figura de madera dorada del halcón Horus sosteniendo en su cabeza el disco solar decorado con un escarabeo alado, el dios escarabajo asociado con el sol.
Derecha: Anubis, el dios con cabeza de chacal del embalsamamiento y la momificación, deposita en el cuerpo de Sennedjem en su sarcófago antropomorfo.