La popular diosa con forma de gata tenía un aspecto particularmente agresivo por su condición de divinidad protectora del rey. En sus primeras representaciones aparece como una diosa con cabeza de leona. Por ello, en el Imperio Antiguo se la equiparó con la diosa leona Sekhmet. Con el transcurso del tiempo modificó su apariencia y la fiereza de una leona se trocó en la mansedumbre de una gata. A pesar de la transformación de su aspecto, ahora apacible, su esencia siguió siendo ambivalente: fiera y mansa al mismo tiempo.
El centro del culto a Bastet se hallaba en el delta, en la ciudad de Bubastis, cuyo nombre actual, Tell Basta, todavía recuerda a la diosa con aspecto de gata. Allí se encontraba el gran templo de Bastet, cuya existencia se remonta por lo menos a la IV Dinastía. El culto a Bastet estuvo particularmente arraigado durante la XXII Dinastía y se prolongó hasta bien entrado el Período Grecoro-Romano. De Budastis y otros lugares proceden las numerosas momias de gatos que, al igual que las embriagadoras fiestas de Bastet citadas por Herodoto, demuestran el gran predicamento alcanzado por la diosa.